viernes, 28 de diciembre de 2012

Descargar calendario 2013


Para quienes aun no han descargado el calendario 2013, les recuerdo un link:http://72.167.37.203/walter3/calendario2013.php


lunes, 10 de diciembre de 2012

Los días grises


Los hay, desde luego. ¡Y muy frecuentes!

Hay días en los que brilla el sol y la vida sigue como siempre: las cosas no han cambiado, nada urgente nos falta en apariencia y sin embargo... Nos sentimos mal, como incompletos, como... insuficientes, como desalentados y extraños.

Ese día en que abres los ojos y no sabes por qué, traes un desánimo que te nació en el sueño, que te brotó en lo alto de la noche y se filtró a tu alma gracias a quién sabe que asociaciones oscuras y angustiosas.

Ese día en que te cuesta trabajo levantarte. ¡Ayer estaba todo bien! Ese día en que presientes que nada va a ir como tú lo deseaste, ese día que no tiene color, cuyas primeras horas son de laxitud, recelo o ligera zozobra.

Ese día, es un día que nació gris.

Nunca se puede evitar esto. La química de nuestro cuerpo, la inercia de nuestra psique, la reacción desconocida de factores internos a estímulos que no descubrimos todavía, nos quieren pintar este día de gris. Gris opaco. Gris depresivo. Gris pasivo. Gris marginal.

Pero...

Lo que sí puedes hacer, cuanto antes, es tomar tú mismo, tú misma, la decisión de activar tus propios pinceles y aprovechar ese gris neutro para inundarlo de figuras diversas: ¡Flechas verdes, curvas doradas, zig-zags blancos, puntos azules!

Puedes convertir en unos cuantos segundos o minutos ese panorama triste en un deseo realizable, un canto que te estimule, un silencio que te hable.

No hay días grises... ¡todos son iguales! 
Quien les da color eres tú.

Quien es capaz de alegrarse con la lluvia o admirar la tempestad, eres tú.

 Quien se echa a llorar bajo un sol espléndido o un cielo maravilloso, eres tú.
 Porque no son los días los que te dan color.
 Eres tú quien puede pintar como desees, cada día.

Si sientes que comienza todo gris...

¡Decídete y llénalo de color!

Cierra los ojos. Respira hondo, piensa claro...
¡Y vive como nunca el día de hoy!

¡Los mejores colores de la vida están siempre dentro de ti mismo!
Abrir los ojos a otro día, es un regalo que no siempre vas a tener.

martes, 27 de noviembre de 2012

NO RENUNCIES



Un maestro oriental vio como un alacrán se estaba ahogando y decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
 Por la reacción del dolor, el maestro lo soltó y el alacrán cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
 El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez lo picó. Alguien que había observado todo se acercó al maestro y le dijo: Perdón, pero usted es terco. ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?.
 El maestro respondió: 
La naturaleza del alacrán es picar y eso no va a cambiar la mía , que es ayudar.
 Y entonces ayudándose de una hoja, el maestro lo sacó del agua y le salvó la vida. NO CAMBIES TU si alguien te hace daño , solo toma precauciones.
 ALGUNOS PERSIGUEN LA FELICIDAD, OTROS LA CREAN.  NO RENUNCIES  No renuncies...cuando el camino que llevas te parezca cuesta arriba. Cuando quieras sonreír y sólo suspiras, cuando el tiempo te presiona, descansa si es posible, pero no renuncies. 
La vida es clara en sus virajes que muchos soportan y otros esquivan. Muchas veces la meta está más cerca de lo que parece... Muchas veces el luchador se da por vencido, cuando está a punto de alcanzar la victoria y aprende, ya tarde, que estaba a punto de lograrlo. Por lo tanto, no abandones la lucha aunque te golpee fuerte. Cuando las cosas parecen peor, es precisamente cuando no se debe renunciar.


EL PUNTO NEGRO

Cierto día, un profesor entra al salón de clases y le dice a los alumnos, que se preparen para una prueba sorpresa. Todos se pusieron nerviosos, asustados por el examen que vendría, mientras el profesor iba entregando la hoja del examen con la parte frontal para abajo, de modo que no vieran lo que contenía hasta que él explicara en qué consistía la prueba.

Una vez que entregó todas las hojas, les pidió que dieran vuelta la hoja y vieran el contenido. Para sorpresa de todos era una hoja en blanco que tenía en el medio un punto negro. Viendo la cara de sorpresa de todos sus alumnos, el profesor les dijo:

- Ahora van a escribir una redacción sobre lo que están viendo.

Todos los jóvenes, confundidos, se pusieron a pensar y a escribir sobre lo que veían. Terminado el tiempo, el maestro recogió las hojas, las colocó en el frente del escritorio y comenzó a leer las redacciones en voz alta. Todas, sin excepción se referían al punto negro de diferentes maneras.

Terminada la lectura, el profesor comenzó a hablar de la siguiente manera:
- Este examen no es para darles una nota, les servirá como lección de vida. Nadie habló de la hoja en blanco, todos centraron su atención en el punto negro. Esto mismo pasa en nuestra vida, en ella tenemos una hoja en blanco entera, para ver y aprovechar, pero nos centramos en los puntos negros.

La vida es un regalo de la naturaleza, nos es dada con cariño y amor, siempre tenemos sobrados motivos para festejar, por nuestra familia, por los amigos que nos apoyan, por el empleo que nos da el sustento, por los milagros que nos suceden diariamente, y no obstante insistimos en mirar el punto negro, ya sea el problema de salud que nos afecta, la falta de dinero, la difícil relación con un familiar, o la decepción con un amigo.

Los puntos negros son mínimos en comparación con todo lo que diariamente obtenemos, pero ellos ocupan nuestra mente en todo momento. 





Saca tu atención de los puntos negros, aprovecha cada momento y SE FELIZ.






viernes, 23 de noviembre de 2012

EL FINAL DEL CAMINO


Cierto día, me di cuenta que el mundo era demasiado complejo para ser comprendido.  Intentaba buscar las respuestas en personas y lugares. 
 Fue cuando percibí que era necesario comprenderme a mí mismo, antes de comprender al mundo.  Intenté entrar en mi mente, y comprendí que ella siempre había estado abierta, esperando a que la explorara.
 Comencé andando en medio de los sentimientos: 

Descubrí los misterios del  amor, vi la belleza de la amistad, sentí la fuerza de la esperanza y lloré con la tristeza del odio. 
Así estaba, fascinado con el mundo de los sentimientos, cuando en un determinado momento me caí. 
  En esta caída fui arrastrado a un lugar frío y triste. Comencé a andar por  los laberintos más oscuros. No conseguía ver nada, mis manos no conseguían tocar nada.  El miedo crecía  más y más.  Percibí que había entrado en el mundo de las dudas y de la incertidumbre.
Era imposible decidir. Era inútil intentar volver, y arriesgado seguir.  Me quedé parado, sintiendo que el miedo me dominaba.  Cuando el miedo, las dudas y la incertidumbre ya eran más grandes que yo, fui envuelto súbitamente por una enorme certeza: "Lo que quería era salir lo más rápido posible de aquella situación y de aquel lugar".   Y de pronto, como si fuera magia, salí de aquel lugar horrible.   Me di cuenta que para vencer las dudas, la incertidumbre y el miedo, necesitaba solamente tener un objetivo y avanzar.  Donde estaba, ya no era aquel mundo triste y gris, al contrario, era iluminado y alegre.

Vi un lago y caminé hacia él.  En sus aguas cristalinas, vi reflejarse el siguiente mensaje: "Continúa caminando y descubrirás las respuestas para todas tus preguntas".   Allí me di cuenta de que estaba en el mundo de la sabiduría.   Obedecí y seguí caminando, conocí diversos mundos, cada uno con sus encantos y misterios.  Al final de mi caminata, cuando todos los mundos ya se habían presentado, asumí que solamente conociendo mi mente, podría comprender al mundo y así, descubrir el verdadero sentido de la vida, y lo principal: Llegar al corazón del universo.
¿Cómo comprender a los demás si no nos conocemos en profundidad? ¿Cómo descubrir el verdadero sentido de la vida si muchas veces vivimos sin sentido? ¿Cómo llegar al corazón si no sabemos apreciar en nosotros muchas veces sus latidos?
Los caminos más importantes son los que van hacia nuestro interior.  En esos caminos vamos y venimos a diario, algunas veces nos encontramos, otras tratamos de no vernos porque nos asalta la duda, el temor, y la incertidumbre, entonces caminamos y caminamos.  Pocas veces nos detenemos a mejorar esas rutas tan importantes que atraviesan de punta a punta nuestra mente.
 Cuando nos asalta el miedo, o tememos fracasar, nos sentamos al borde del camino y nos quedamos quietos.  Parece que las fuerzas nos abandonan, que no podemos seguir.  Sin embargo, el seguir caminando, aún con el paso tembloroso, mirando hacia adelante, hacia la meta, nos permitiría llegar a nuestro destino.

La sabiduría no se obtiene en el andar por caminos llanos, al contrario, podemos considerarnos sabios si ante los obstáculos no interrumpimos nuestra marcha y seguimos caminando, aún sintiendo que el terreno no está firme.  
 
Cuando las dudas, el miedo, o la oscuridad nos cieguen, pisemos con todas nuestras fuerzas y sigamos avanzando, porque sólo si no nos detenemos, podremos encontrar las respuestas a todos los interrogantes y de esta forma descubriremos día a día el verdadero sentido de la vida.


jueves, 22 de noviembre de 2012

EL SABIO Y EL REY


Me contaron una historia sobre un sabio griego.
 Por alguna razón, el rey estaba enemistado con él.
 Había una conspiración en la corte y era el cumpleaños del sabio. Estaba celebrándolo con sus amigos. De pronto a primera hora de la tarde, llegó un emisario del rey y le dijo al sabio: «Perdonadme, se me hace difícil decíroslo, pero el rey ha decidido que esta tarde a las seis en punto seréis ahorcado.
 Así que procurad estar preparado para las seis.» 

Los amigos del sabio estaban allí, sonaba la música, había bebida, comida y baile. Era su cumpleaños. 
El mensaje cambió por completo el ambiente.
 Todos se pusieron tristes.
Pero el sabio dijo: «No os pongáis tristes porque esta va a ser la última fiesta de mi vida. Así que, completemos el baile que estábamos bailando y completemos la fiesta que estábamos celebrando. Ya no tendré más posibilidades, no podremos completarla en el futuro. Y no os despidáis de mí con este ambiente tan triste; si lo hacéis mi mente suspirará por la vida una y otra vez y la música interrumpida y la fiesta suspendida se convertirán en una carga para mi mente. No hay tiempo para interrumpirla ahora.»
 Por consideración a él siguieron bailando pero se les hacía difícil. 

Él era el único que bailaba cada vez con más energía; solo él vivía la fiesta... pero los demás no estaban por la labor. 

Su mujer lloraba pero él seguía bailando, seguía charlando con sus amigos y estaba tan contento que el mensajero volvió con el rey y le dijo: 
«Qué hombre más raro. Ha oído el mensaje, pero no se ha entristecido. Se lo ha tomado de un modo muy diferente... absolutamente inconcebible. Está riendo y bailando, está de fiesta y dice que como estos momentos son los últimos y no tiene futuro no puede despreciarlos... tiene que vivirlos.»
 El propio rey fue a ver lo que estaba ocurriendo. Todos estaban tristes, llorando. Sólo el sabio seguía bailando, bebiendo, cantando.
 El rey le preguntó: «¿Qué haces?» 
El sabio respondió: «Este ha sido el principio que ha regido mi vida: Ser consciente en todo momento de que la muerte puede llegar en cualquier instante. Gracias a éste principio he vivido cada momento tan intensamente como era posible. Pero naturalmente, hoy lo habéis dejado tan claro... Os estoy agradecido porque hasta ahora sólo pensaba que la muerte puede llegar en cualquier instante. Era sólo un pensamiento. En alguna parte, agazapado estaba el pensamiento de que no iba a ocurrir en el próximo instante. El futuro estaba ahí. Pero vos me habéis privado por completo de futuro. Esta tarde es, la última.
 La vida es tan corta que no puedo aplazarla.»
 El rey se impresionó tanto que se convirtió en discípulo de aquel hombre. «¡Enséñame! -le dijo, Esto es la alquimia. Así es como debe vivirse la vida. Esto es el arte. Enseñame cómo vivir el momento.»

(Osho)

jueves, 15 de noviembre de 2012

TENERSE PACIENCIA (Proverbio chino)

 – Dice un proverbio chino: "El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él." Pero "el sabio" no está en la China: está adentro. Y el necio también! Cuándo somos necios? Según el Taoísmo, cuando elegimos "perseverar en el error". Uy, sí, "elegimos"! Nos damos cuenta de que "pica"... pero nos quedamos! 
Quizás eso sea parte de que, a fuerza de tanta picazón, podamos ir volviéndonos más sabios, y levantarnos más prontamente de cualquier  Hormiguero. 

También el proverbio nos señala que, aunque hayamos trabajado mucho sobre nosotros mismos, SOMOS PASIBLES DE VOLVER A SENTARNOS SOBRE UN NUEVO HORMIGUERO. Sí: tener errores de criterio es natural, porque VIVIR ES DIFÍCIL y sólo somos... HUMANITOS! 

El punto será 1) Si nos damos cuenta de que se trata de un hormiguero y no nos autoconvencemos, en cambio de que es "una sensación subjetiva de picazón", criticándonos, además, por sentirla. 2) Que estemos seguros de no estar inmolándonos bajo la creencia de que ser comidos por las hormigas y sufrir "nos vuelve mejores personas". 3) Si tenemos el suficiente APRECIO POR NOSOTROS MISMOS como para NO ACEPTAR EXPONERNOS a hormiguero alguno que nos dañe (tal como cuidaríamos a un hijo o a cualquier ser querido de que no se exponga a ser dañado). 

Volverse sabio es un asunto práctico, y el gimnasio para fortalecer la conciencia de sí se llama “la vida”, con sus múltiples situaciones, sus hormigueros y sus verdes jardines. Volverse sabio es, también, tenerle PACIENCIA y COMPASIÓN SANA al necio que llevamos dentro (también como se la tendríamos a un ser querido que se equivocó!); pues, después de todo, “necio” viene de “nescius”, que significa “no-saber, el que ignora”. Reconocernos parcialmente ignorantes nos salva de la arrogancia. Reconocernos parcialmente sabios nos salva... de los hormigueros!

© Virginia Gawel


PROPUESTA: Remozando el refrán podríamos decir que “de sabios y necios todos tenemos un poco”. Cómo aplica cada un@ la comprensión de este tema a sí mismos? Hablemos de nuestros propios hormigueros... y de cómo vamos aprendiendo a no quedarnos sentados en ellos! Un cálido abrazo, siempre...






La historia del Lápiz de Paulo Coelho


Reflexiones de Leo Buscaglia


domingo, 11 de noviembre de 2012

Los cuatro acuerdos ( para descargar)



“No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo decides. Si observas tu vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad. La felicidad es una elección, como también lo es el sufrimiento”. (Miguel Ruiz).





Leer o descargar el libro de" Los cuatro acuerdos" del link. Está en pdf. Poner "guardar como" .


http://www.mariposadorada.com/descargas/Miguel%20Ruiz%20-%20Los%20Cuatro%20Acuerdos.pdf



EL MONO Y LA MONA DISCUTEN


Sentados en la rama de un árbol, el mono y la mona contemplaban la puesta de sol. En cierto momento, ella preguntó:
-¿Qué hace que el cielo cambie de color, a la hora en que el sol llega al horizonte?
-Si quisiéramos explicar todo, dejaríamos de vivir -respondió el mono. -Quédate quieta, vamos a dejar que nuestro corazón disfrute con este romántico atardecer.
La mona se enfureció.
-Eres primitivo y supersticioso. Ya no le prestas atención a la lógica, y sólo te interesa aprovechar la vida.
En ese momento, pasaba un ciempiés.
-¡ciempiés! -gritó el mono. -¿Cómo haces para mover tantas patas en perfecta armonía?
-¡Jamás lo pensé! -fue la respuesta.
-¡Pues piénsalo! ¡A mi mujer le gustaría tener una explicación!
El ciempiés miró sus patas y comenzó:
-Bueno... flexiono este músculo...no, no es así, yo debo mover mi cuerpo por aquí...
Durante media hora trato de explicar cómo movía sus patas, y a medida que lo intentaba, se iba confundiendo cada vez más. Cuando quiso continuar su camino, ya no pudo seguir caminando.
-¿Ves lo que hiciste? -gritó desesperado. -¡Con el ansia de descubrir cómo funciono, perdí los movimientos!
-¿Te das cuenta de lo que ocurre con aquellos que desean explicar todo? -dijo el mono, volviéndose una vez más para presenciar la puesta de sol en silencio.
PAULO COELHO

viernes, 9 de noviembre de 2012

Cambiar los hábitos de comunicación...



-Perdón...
Beatriz buscó un pañuelo en su cartera y se secó el llanto con decisión. Guardó silencio por unos  segundos, avergonzada y un tanto sorprendida por la angustia que le hizo perder moentáneamente el control. Sin embargo, rápidamente recobró la compostura y su imagen de mujer fuerte, la misma que imponía respeto entre sus alumnos del Colegio “San Carlos”. Al otro lado del escritorio, el doctor Bianchi reconoció que su paciente lloraba de rabia, al verse impotente para modificar una situación que le resultaba intolerable.

-Dígame si estoy equivocada, doctor: ¿es mucho pedir que se encargue de Matías cuando vuelve del  del trabajo? Cuando éramos novios Ricardo se sentía orgulloso de que yo estudiara, me iba a buscar a la facultad y hasta me ayudaba a preparar los exámenes. Y ahora que estoy por recibirme no está dispuesto a darme una mano para que estudie. Además, si tenemos un hijo la responsabilidad de atenderlo es de los dos. Para mí siempre fue obvio que íbamos a compartir la tarea de cuidarlo, porque los dos trabajamos fuera de casa...
Beatriz dejó la frase sin terminar y miró nuevamente al doctor Bianchi como buscando su aprobación.

 El doctor, sin embargo, eludió la respuesta y preguntó a su vez:
-¿Qué hizo usted para persuadirlo de que la ayudara? ¿Le pidió que se encargara de alguna tarea?

-¿Si le pedí? ¡Doctor...! ¡Me aburrí de explicarle que su obligación es ocuparse de Matías cuando yo estoy estudiando! Siempre le digo que es egoísta cuando llega tarde a casa y se sienta a mirar televisión o a leer el diario. Pero es inútil -Beatriz abrió los brazos en un gesto de resignación-: nada le hace cambiar.

-¿Y él que dice? -preguntó el terapeuta, procurando reconstruir la discusión.

-Que arregle mis horarios de estudio para otro momento, que llega cansado y no tiene fuerzas para bañarlo, que es su único momento libre del día... ¡yo qué sé! Pero no entiende que es no justo y que sólo piensa en su comodidad. El viernes, precisamente, le hice ver que nunca me daba el lugar que me corresponde.


-¿Qué quiere decir?

-Todos los fines de semana vamos a comer a lo de su madre, y en realidad a mí no me molesta, porque tiene una casa con fondo y Matías pasa muy bien con su abuela. Pero tampoco quiero quedarme allí toda la tarde. El domingo pasado le propuse ir a San José a visitar a mi hermana, y fuimos, pero todo el día con mala cara. Como si me hiciera un favor...

-Creí entender que estaban discutiendo sobre quién se ocupa de Matías. ¿Por qué trajo used  trae a colación lo del fin de semana, si estaban hablando de otra cosa?

-¡Por eso mismo, Doctor! Para mostrarle que es egoísta y que no toma en cuenta mis necesidades.

El doctor Bianchi formuló entonces la pregunta más importante de la sesión, tal vez de toda
a terapia:


-¿Para qué quiere demostrarle que es egoísta?

-¿Cómo para qué? Si entendiera que está equivocado, cambiaría. Por eso quiero que venga a una terapia de pareja, para que un profesional neutral le diga quién tiene razón.

-Sin embargo, esa estrategia no le ha dado resultado, Usted ha tratado de explicarle muchas veces que está equivocado, y no ha conseguido que cambie.

-Porque él se cierra y no entiende razones.

-Es posible. Sin embargo, las personas suelen defenderse cuando las tratan de egoístas. La reacción más común consiste en justificarse y contraatacar, para demostrar que no son tan malas y que tienen motivos para actuar como lo hacen. En general, las críticas y reproches no inducen a la gente a cambiar, sino a fortalecer su posición.

-¿Qué tengo que hacer entonces?

-Para comenzar, puede preguntarse usted misma cuál es su objetivo: hacerle reconocer sus
errores o motivarlo para cambiar.

Beatriz lo miró con una mezcla de sorpresa e incredulidad.

-Siempre creí que era necesario reconocer nuestros defectos para interesarnos después en
corregirlos.

-No siempre -repuso el terapeuta-. En realidad, las personas no somos tan lógicas. Nuestro
orgullo nos impide a veces aceptar que nos equivocamos, sobre todo cuando la crítica es dura
y cuestiona la imagen que tenemos de nosotros mismos. Eso es lo que ocurre cuando usted
procura convencer a su esposo de que es injusto o egoísta.

-Pero si no puedo criticarlo porque se pone a la defensiva, ¿cómo voy a conseguir que cambie? -preguntó la mujer con desesperación.

-Podría empezar por pedírselo. Sin embargo, antes debe conocer la diferencia entre un pedido y un reproche.

-Bueno, no podría decirle exactamente cuál es, pero creo que conozco la diferencia


-El reproche se formula siempre en segunda persona: “sólo pensás en lo que vos querés, no te interesa ayudarme”, y en un tono de acusación o censura -el doctor movió el índice de su mano derecha, como apuntando a un interlocutor invisible-. El reproche implica un juicio negativo sobre la otra persona.

-¿Y el pedido?

-El pedido, en cambio, comienza en primera persona: “Tengo un problema: cuando estoy estudiando de noche se me hace tarde para bañar a Matías y darle de comer. Eso me irrita y me pone de mal humor. Me ayudaría mucho que te encargaras de esas tareas cuando llegas temprano a casa. Eso me haría sentir que cuento contigo, y nos permitiría acostarlo temprano para cenar tranquilos, mirar TV o ir a la cama.”

-Sí -reconoció Beatriz-, suena menos agresivo, pero todavía no me doy cuenta por qué.

-Quien formula un pedido no está juzgando a la otra persona. No le dice que es egoísta ni que está actuando mal. En lugar de formular una acusación, expresa un deseo: “me gustaría que hicieras tal cosa”, y señala luego las ventajas -para sí misma o para ambos- de ser complacida. El que pide asume que tiene un problema y propone una solución. El tono es neutral,como se estila al tratar un asunto práctico o al resolver una dificultad.


Beatriz reflexionó un momento y replicó con cierto disgusto:
-Admito que mi planteo ha sido bastante agresivo. Sin embargo, tengo motivos de sobra para estar enojada. Además, no es sólo su actitud cuando llega a casa. Me molesta que nunca tome en cuenta lo que yo quiero ni trate de complacerme. Me gustaría que él se diera cuenta y lo reconociera.

-Por eso le pregunté hace un momento cuál era su objetivo. Si se propone demostrarle que usted tiene razón, hacerle reconocer sus errores o simplemente descargar su rabia, emplee el reproche. Pero si su objetivo es conseguir que la escuche y que esté más dispuesto a colaborar, formule pedidos concretos. Lamentablemente ambos objetivos son incompatibles.

-Nunca lo había pensado en esos términos -reflexionó la paciente, mientras fijaba la mirada en un punto indefinido de la pared. Luego, volvió a mirar al terapeuta-. Como le dije, siempre creí que era necesario mostrarle su poca sensibilidad, y la verdad es que no me dio resultado.
De todos modos, tampoco estoy segura de que funcione un pedido como el que usted sugiere.

-Es probable -admitió el doctor-. Aprender a formular pedidos nos permite plantear nuestros deseos con mayor chance de ser escuchados, y generar un ambiente de trabajo del tipo “resolvamos un problema” en lugar de promover un clima tenso y hostil. Pero no nos garantiza que seremos complacidos. También debemos estar dispuestos a negociar o a llegar a un acuerdo,cediendo en parte o complaciendo a nuestra pareja en otros temas.

-¿Aunque el acuerdo nos parezca injusto?

-Hacer justicia es otro objetivo neurótico. Entre otras cosas, puede llevarla a tomar represalias...

-Eso es lo que hago -interrumpió Beatriz-. Si él está en la cómoda, yo también. Ayer le dije que se prepare solo la cena, y no fui a retirar un video que habíamos reservado... Le dio mucha bronca y todavía no me habla.

-Exacto. La idea de hacer justicia lleva a ese tipo de revanchismos, que en lugar de mejorar
la situación, la empeoran. Una meta más conveniente es motivarlo para que cambie tanto como sea posible, al menos mientras decida mantener la relación.

-De modo que aquí también apunto a objetivos erróneos...

-...o poco prácticos -agregó el doctor Bianchi, completando la frase-. Un buen hábito consiste en preguntarse: ¿qué quiero conseguir en realidad? ¿Cuál es mi objetivo?


-Suena lógico. Pero exige cambiar radicalmente el criterio y la actitud con la que uno encara el problema. Debería tragarme toda la bronca que siento, y tener la frialdad necesaria para encararlo de ese modo.

-Es cierto. Sin embargo, usted ha acumulado bronca y resentimiento precisamente porque no consiguió que él cambie su comportamiento. Si desarrolla un estilo de comunicación más eficaz tal vez logre motivarlo para cooperar, y en tal caso su propia rabia se irá desvaneciendo.
En esta etapa, sin embargo, le sugiero hacer los planteos en un momento en que se encuentre serena, por ejemplo al otro día de un incidente, y no cuando se sienta enfurecida.

-Bueno -suspiró Beatriz-, voy a tratar de encararlo así, pero no estoy segura de poder...

-Cambiar los hábitos de comunicación y replantearse los propios objetivos lleva tiempo. No
es suficiente con entenderlo. Necesita acostumbrarse al nuevo enfoque. Pero ha comenzado a
cuestionar el modo como maneja sus problemas de pareja, y ese ya es un paso importante. La
espero la próxima semana.

Dr. Alberto Chertok





domingo, 4 de noviembre de 2012

12 PASOS PARA SIMPLIFICAR TU VIDA.


1. Ordena tu vida, sentirás una gran oleada de inspiración cuando te deshagas de cosas que ya no son útiles en tu vida: 

• Regala las cosas que llevas uno o dos años sin utilizar. 

• Regala esos archivadores viejos que ocupan espacio y que casi nunca utilizas. 

• Dona juguetes, herramientas, libros, bicicletas y platos que no utilices a instituciones de caridad. 

Elimina todo aquello que te despierte el deseo de adquirir objetos que contribuyan a una vida desordenada. Recuerda lo que dijo Sócrates: "Está más cerca de Dios quien necesita menos". Así que mientras menos posesiones necesites asegurar, cuidar, desempolvar, organizar y mover, más próximo estarás a escuchar el llamado de la inspiración. 

2. Elimina de tu agenda las actividades y obligaciones innecesarias e indeseables. 

Si no estás preparado para el Espíritu, lo más probable es que no sientas el resplandor de la inspiración. Dios estará a tu lado, te enviará la orientación, y las personas, que necesitas; pero si estás completamente ocupado, te perderás de estos regalos que pueden transformar tu vida. Así que dile no a las exigencias excesivas, y no te sientas culpable de inyectar una dosis de tiempo libre a tu rutina diaria. 

3. Asegúrate de que tu tiempo libre sea libre 

Ten cuidado con esas invitaciones que pueden mantenerte en la cúspide de la pirámide social, pero que te impiden el acceso a una inspiración gozosa. Si los cócteles, las reuniones sociales, los eventos para recaudar fondos, e incluso charlar y beber con los amigos no es la forma en que realmente quieres pasar tu tiempo libre, no lo hagas. Rechaza las invitaciones que no activen sensaciones de inspiración. 

Creo que pasar una tarde leyendo o escribiendo cartas, viendo una película con un ser querido, cenar con mis hijos o hacer ejercicio, es más inspirador que asistir a un evento en el que suelen abundar las conversaciones inútiles. He aprendido a rechazar esos eventos sin tener que disculparme, y eso me ha permitido tener más momentos de inspiración. 

4. Saca tiempo para la meditación y el yoga 

Saca por lo menos 20 minutos diarios, siéntate en silencio y establece un contacto consciente con Dios. Escribí un libro sobre este tema, “Cayendo al abismo”, así que no me extenderé más. Sin embargo, diré que he recibido miles de mensajes de personas de todo el mundo en los que me expresaron su agradecimiento por haber aprendido a simplificar su vida cuando comenzaron a meditar. Te invito a que busques un centro de yoga cerca de tu casa y comiences a practicar con regularidad. Las recompensas son maravillosas: te sentirás menos estresado y más saludable e inspirado por todo lo que podrás hacer con y por tu cuerpo en muy poco tiempo. 

5. Regresa a la sencillez de la naturaleza 

No hay nada que sea más inspirador que la naturaleza. La fantasía de regresar a una vida menos tumultuosa casi siempre implica vivir en el esplendor de las montañas, los bosques o de un valle, en una isla, cerca al mar, o al lado de un lago. Estos deseos son universales, pues la naturaleza ha sido creada por la misma Fuente que nos creó a nosotros. Estamos constituidos por las mismas sustancias químicas de la naturaleza (somos polvo estelar, ¿recuerdas?). 

Tu deseo de simplificar y de sentirte inspirado es impulsado por el deseo de ser tu "yo" natural, es decir, la naturaleza de tu yo. Así que camina o acampa en el bosque; nada en un río, lago o en el mar; siéntate frente a una fogata, monta a caballo, o esquía en la nieve. Esto no significa que tengas que darte unas vacaciones largas ni planearlas con meses de anterioridad: no importa dónde vivas, a pocas horas siempre habrá un parque, campamento o sendero que te permitirá disfrutar de la sensación de estar conectado con todo el Universo. 

6. Marca distancia entre tú y tus críticos 

Decide alinearte con personas que también quieran encontrar una inspiración simplificada. Dales una bendición silenciosa a quienes andan buscando defectos o son amigos de las confrontaciones, y apártate de su energía tan rápido como sea posible. Simplificarás tu vida enormemente si no tienes que justificarte ante nadie, y si recibes apoyo en vez de críticas. No tienes por qué soportar las críticas; simplemente agradece con amabilidad y promete pensar en lo que te digan, pues representa un conflicto que no te permitirá sentirte inspirado. No necesitas justificar tus deseos ni tu personalidad, pues esas sensaciones internas son el Espíritu que te habla: son pensamientos sagrados, así que no permi­tas que nadie los destruya. 

7. Saca un tiempo para tu salud 

Recuerda que el mayor problema de salud en nuestra sociedad parece ser la obesidad. ¿Cómo puedes sentirte inspirado y vivir con sencillez si consumes cantidades excesivas de alimentos y no haces el ejercicio que tu cuerpo te pide? Recuerda que tu cuerpo es el templo sagrado donde vives durante esta vida, así que saca un poco de tiempo cada día y haz ejercicio. Si sólo puedes darle una vuelta a la manzana, simplemente hazlo. De igual manera, incorpora a tu consciencia las pala­bras control de porciones: ¡tu estómago tiene el tamaño de un puño, no de una pala! Respeta tu templo sagrado y simplifica tu vida haciendo ejercicio y comiendo con moderación; ¡te prometo que te sentirás inspirado si comienzas a hacerlo ya! 

8. ¡Juega, juega, juega! 

Simplificarás tu vida y te sentirás inspirado si aprendes a jugar en vez de trabajar toda tu vida. Me encanta estar rodeado de niños porque me inspiran con sus risas y su frivolidad. De hecho, muchos adultos me han dicho: "Wayne, no has madurado: siempre estás jugando". ¡Esto es algo que me enorgullece profundamente! Juego cuando hablo en el escenario, y juego mientras escribo ahora. 

Quiero aprovechar para darle las gracias a Howard Papush, quien escribió un maravilloso libro titulado “Tiempo de receso: sorteando tu vida en medio de las tensiones”, el cual te recomiendo (Howard también ofrece seminarios en los que enseña a jugar y a divertirse). En su libro, Howard comparte esta hermosa frase de Richard Bach: "Tu vida está orientada por un aprendiz interior, por ese ser espiritual y juguetón que es tu verdadero yo". Estoy totalmente de acuerdo: ¡por favor, entra de nuevo en contacto con tu yo real y juguetón, y aprovecha la menor oportunidad para jugar! Verás que todo será más dulce y más simple. 

9. Disminuye el ritmo 

Una de las observaciones más iluminadoras de Gandhi nos recuerda que, "La vida es algo más que aumentar el ritmo". Este es un gran consejo para simplificar tu vida; de hecho, disminuye el ritmo de todas tus actividades durante un momento, aquí y ahora. Lee estas palabras lentamente. Desacelera tu respiración para que seas consciente de cada inhalación y exhalación... 

Cuando vayas en tu auto, disminuye la velocidad y relájate. Desacelera tu forma de hablar, tus pensamientos y el ritmo frenético de todo lo que haces. Dedica más tiempo a escuchar a los demás; sé consciente de tu inclinación a interrumpir y a dar por terminadas las conversaciones, y opta más bien por escuchar. Detente y aprecia las estrellas en una noche despejada, o las formas de las nubes en un día gris. Siéntate en un centro comercial y observa cómo todas las personas parecen ir deprisa y sin rumbo alguno. 

Si disminuyes el ritmo, simplificarás tu vida y te re­unirás con el ritmo perfecto con el que funciona la creación. Imagina que tratas de forzar a la naturaleza halando una planta de tomate que acaba de brotar: eres tan natural como esa planta, así que permítete estar en paz con la perfección del plan de la naturaleza. 

10. Haz todo lo posible para evitar las deudas 

Recuerda que estás intentando simplificar tu vida, así que no necesitas comprar objetos que la complicarán y la trastornarán. Si no puedes adquirirlos, olvídate de ellos hasta que puedas hacerlo; al contraer deudas, sólo agregas más capas de ansiedad a tu vida. Esa ansiedad te alejará de la paz, que es el lugar donde te encuentras cuando estás en Espíritu. Si tienes que trabajar más para pagar deudas, disfrutarás menos de tu vida actual; en consecuencia, estarás más lejos de la paz y la alegría, que son los símbolos de la inspiración. Te sentirás mucho mejor y disfrutarás tu vida si tienes menos en vez de contraer deudas que no te darán paz y tranquilidad, sino estrés y ansiedad. Y recuerda: el dinero que posees sólo es energía, así que niégate a conectarte con un sistema energético que no es real. 

11. Olvídate del valor efectivo 

Procuro no pensar frecuentemente en el dinero, pues he observado que las personas que lo hacen no piensan en casi nada más. Entonces, haz lo que tu corazón te diga que es lo que te hace feliz, en vez de pensar si será rentable o no. No te niegues a los placeres de la vida por razones monetarias; no determines tus compras por el hecho de obtener un descuento, y no te prives de sentir alegría porque no te hicieron una rebaja. Puedes llevar una vida feliz y satisfactoria, y si en este momento estás pensando que yo tengo el descaro de decirte esto porque tienes una situación financiera precaria, es porque tú mismo has levantado tu propia barrera de resistencia. 

Deja de ponerle una etiqueta con precio a todo lo que tienes y haces: a fin de cuentas, en el mundo del Espíritu no hay etiquetas con precios. No hagas del dinero el centro de todo lo que tengas o hagas; más bien, descubre el valor inherente a todas las cosas: así simplificarás tu vida y regresarás al Espíritu. Un dólar no determina el valor, aunque vivas en un mundo que intenta convencerte de lo contrario. 

12. Acuérdate de tu Espíritu 

Si la vida te parece muy compleja, rápida, desordenada, frenética, o difícil, acuérdate de tu propio Espíritu. Estás enca­minado a la inspiración, un lugar sencillo y pacífico en donde estás en armonía con la sincronización perfecta de toda la creación. Viaja mentalmente allí y detente con frecuencia para recordar lo que realmente quieres. 


Wayne Dyer

lunes, 29 de octubre de 2012

ME DOY PERMISO PARA....

Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia,
de las que me ignoran, me niegan un beso, un abrazo...

No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie.
Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.

Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.

Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”, el que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor
humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.

No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.

Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse.
Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.

Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas

Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo
hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada.

Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer.
Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.

Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser
perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir: inhumano.

Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme
culpable.

No he nacido para ser la víctima de nadie.

Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.

Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración.

Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.

Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior.

Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.

Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.

Empiezo por reconocer mis valores, Y el resto vendrá solo. No espero de fuera.

Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.

Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo.

Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.

Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.

Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados: las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio.

Prefiero las relaciones menos densas.

Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.

No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que
me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.

Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es
sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.

Elijo lo que me da salud y vitalidad.

Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de
despreciar las elecciones de otros.

No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.

Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo “normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.

JOAQUÍN ARGENTE

jueves, 18 de octubre de 2012

EL PROBLEMA


Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría ese honor. "Voy a presentarles un problema dijo-. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo". Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: "Este es el problema".
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor... ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un alumno se levanto, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el vaso con determinación y lo tiró al suelo.
"Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo".

Reflexión:
Los problemas tienen un raro efecto sobre la mayoría de nosotros.- nos gusta contemplarlos, analizarlos, darles vuelta, comentarlos... Sucede con frecuencia que comparamos nuestros problemas con los de los demás y decimos.- "Su problema no es nada... ¡espere a que le cuente el mío!"
Se ha dado en llamar "parálisis por análisis" a este proceso de contemplación e inacción. ¿Y la solución?¿estás preparado para dejar de contemplar los problemas y enfrentarlos?


PEDRO Y EL HILO MÁGICO


Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus maestros. Pero tenía una debilidad. - ¿Cual?
Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar jugando fuera. Cuando estaba jugando soñaba con las vacaciones de verano. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida cotidiana.

Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz aguda.
Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un largo hilo de oro.

La anciana le dijo: "Pedro, este es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en cuestión de días" Pedro estaba muy excitado por este descubrimiento. "¿Podría quedarme la pelota?", preguntó. La anciana se la entregó.

Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado.

De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se vio transformado en un hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero el seguía sin poder vivir el momento. De modo que una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran cambios.

Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de las maravillas de la vida. Había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino.

Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se durmió profundamente.
Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se trataba nada menos que de la anciana qu muchos años atrás le había regalado el hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella. Pedro no vaciló al responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla.Claro que habría habido momentos tristes y momentos estupendos, pero no he tenido oportunidad de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he perdido el don de la vida. "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé un último deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió: "Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida". Dicho esto se quedó otra vez dormido.
Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quien podrá ser ahora?, se preguntó. Cual no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez.
Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente por el futuro y empezar a vivir en el ahora.
Fragmento tomado de "El monje que vendió su Ferrari" Robin S. Sharma

Reflexión: Muchas veces descuidamos el presente por focalizarnos en los anhelos futuros. En el mundo real por desgracia nunca tenemos una segunda oportunidad de vivir la vida y no podemos volver a atrás como en el cuento. Es importantellenar nuestro presente de momentos de calidad para poder construir nuestro futuro, no dejemos pasar la vida soñándola y sin vivirla.
Nos convencemos de que la vida será mejor después de cumplir los 18 años, después de casarnos, después de conseguir un mejor empleo, después de tener un hijo, después de tener otro...Entonces nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes, y pensamos que nos sentiremos felices cuando lo sean. Después nos lamentamos porque son adolescentes difíciles de tratar; ciertamente, nos sentiremos más felices cuando salgan de esa etapa. Nos decimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro(a) esposo(a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor coche o una mejor casa, cuando podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.La verdad es que no hay mejor momento que este para ser felices. Si no es ahora, ¿cuándo? Alfred de Souza dijo: "Por largo tiempo parecía para mi que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar; entonces la vida comenzaba. Hasta que me di cuenta de que estos obstáculos eran mi vida". 
Esta perspectiva nos ayuda a ver que no hay camino a la felicidad: la felicidad es el camino. Debemos atesorar cada momento, mucho más cuando lo compartimos con alguien especial, y recordar que el tiempo no espera a nadie.
No espere hasta terminar la escuela, hasta volver a la escuela, hasta bajar diez quilos, hasta tener hijos, hasta que los hijos vayan a la escuela, hasta que se case, hasta que se divorcie, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que muera, para aprender que no hay mejor momento que éste para ser feliz. La felicidad es un trayecto, no un destino.